Ya sin esfuerzo, desnudo frente a una escena de inigualable ferocidad, confiesa: en sus ojos, se ha quedado grabada la escritura del tiempo.
No había modo de hablar, con la garganta casi cerrada, de pena y de culpa, temía un escándalo. Callaba en la sombra, sectario y clandestino.
Tener la sensatez suficiente para interrogar un antiguo terror devenido en poder de resolución de muerte.
Admirable podría ser quedar por fin liberado de tortuosas conversaciones, riñas o interrogaciones de escasa importancia.
Notar que las palabras son, a un mismo tiempo, montón de vestigios en los que palpita lo arcaico en estado puro, así como aparición temeraria y cínica.
No había modo de hablar, con la garganta casi cerrada, de pena y de culpa, temía un escándalo. Callaba en la sombra, sectario y clandestino.
Tener la sensatez suficiente para interrogar un antiguo terror devenido en poder de resolución de muerte.
Admirable podría ser quedar por fin liberado de tortuosas conversaciones, riñas o interrogaciones de escasa importancia.
Notar que las palabras son, a un mismo tiempo, montón de vestigios en los que palpita lo arcaico en estado puro, así como aparición temeraria y cínica.

Armand Henrion (1875-1958 )
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