Un momento, una fijación y el derrumbe comienza. Una algarabía, un destino incierto, alejado de la verdad de dios, inflama la condición neutra del negado en su negación. No pertenecer a la vida, no fabricar espejismos ilusorios, no garantizar la dicha frente a los complejos sociabilizados: Es el único valor del que se cree dueño quien se aleja. Más no conviene fiarse mucho de él, puesto que en su delirio persecutorio, crea afrentas desesperadas con las que defenderse de algo que lo ataca desde su cabeza mitómana e ingobernable. Ha perdido toda especificidad contra lo que se debate. No oculta su temor, más su brújula está rota y, al tratar de serenarse, no repara en los cometidos que se cree en deber hacer. Marca, muele y olvida. Digamos que se oculta en su terror a ser aceptado, más ese mismo terror es una alegoría infernal del mundo en comunión.
viernes
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