soledad esencial

Desconozco mi voz, no puedo reconocerla. Cada palabra pronunciada me parece una estafa. Resuena frívola, se entume. Se torna agresiva y vuelve hasta mi rostro para encajarse rabiosa, infecta, empuñando en alto la amarilla muela cariada que me ha arrancado al salir.

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Rumbo a nada y predispuesto al camino del Hades, sé que de convertirme en un personaje capacitado para inspirar cualquier especie de narración algo malintencionadamente destacada, tendría por un lujo venir a menos y nunca superar sino hundirme en cualquiera que sea la especie de embrollos a que se me someta.