*
Miro el reloj con especial insistencia y no alcanzo a distinguir la hora. Lo he visto ya una decena de veces y no podría asegurar qué hora. No me interesa, sé que mis horarios no dependen de él, que mis horarios son, a su manera, independientes; tal vez un poco indecisos, pero fácilmente discernibles. Sé cuando es la hora de comer, cuando la de hacer el amor, cuando la de huir. Son mis horarios una especie de brújula que permite orientar mis decisiones. Son mi mayor pertenencia. Ellos valen por mi y yo por ellos. Son esas horas las que me permiten conocerme y saber cuánto de lo que tengo puede ser dado. Son un favor que me concede la existencia. Por lo menos.Carolyn Anderson
No hay comentarios:
Publicar un comentario