No sé que beneficio pueda tener recuperar el habla después de haber permanecido, conmocionado, mirando por la rendija que me es la vida. Vida carente de indumentaria, pendiente de entregarse al desenfreno, decidiendo roer lo intolerable. Sé que digo y no le temo a la incoherencia, le temo ansioso al tono que adquiere mi roñera dilatación lengual.
(Doy diez palabras, digo sin procedimiento, sin leyes de gramática, sin pensar siquiera en una filiación temática. Esperando sonrojarme con lo dicho, permanecerme fiel a la indisposción. Dispuesto a no agradar.)
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