*
De un día lejano, oscuro. Fondo de primavera consumida. Dos moles de acero se mueven entre ruidos de época.Al tintineo de una moneda justa, la pequeña mano de una señora me pide ayuda para... -no esperar; demasiadas sospechas: cómo saber que todas las personas que corren a mi lado son-un-estar-en-el-mundo.
Quedan impresiones mediocres de mi andanza. Dejo la calma para los que deciden esperar. Me siento cómodo en el alboroto y cuando decido no encontrarme con nadie.
Ya comienzo y nada me da más gusto que fastidiar la visión. Forzado a ocultarme, esta noche recurrí a Portrait des meidosems
¿Pueden acaso treinta y cuatro lanzas imbricadas
componer un ser? Sí, un meidosem. Un meidosem doliente,
un meidosem que no sabe ya cómo ponerse, que no sabe
ya cómo comportarse, cómo hacer frente, que ya tan sólo
sabe ser un meidosem.
Han destruido su "uno".
Pero aún no está vencido. Con las lanzas que deberían
serle útiles contra tantos enemigos, primero se ha traspasado
el cuerpo.
Pero aún no está vencido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario