*
Por un sin fin de atajos, camino lejos, despacio, desesperado, algunas veces comportándome con bastante delicadeza. Me gusta contener la respiración y que mi cabeza zumbe y conseguir que debajo de los párpados todo se torne sangriento, casi hasta que mis ojos estallen. Recuerdo un paso paseo huida por el largo de un estrecho corredor en cuyo fondo podía verse a un anciano, bigote tupido, monstruosamente drogado. Nunca supe que parte de sus servicios tendrían que ver con ese su pulgar cerecenado, se pensaba podría haber sido una ofrenda relativa a su espantosa actitud silenciosa.
De momentos cumbre y apoteosis no sé absolutamente nada. Casi puedo decir que me ofrezco directamente en sus vías negativas con ilusión, pero no tengo claro si habré de conquistar o, todo lo contrario, desprenderme de qué o de cuánto. Confieso que, habiendo envuelto cuerpos de animales decapitados, los he llevado hasta cavernas conocidas por su misterio y, entregado a una repugnante excitación, pago mi saber de mortal.

Mary O'Malley, Altar 3, 2010 (detail)
No hay comentarios:
Publicar un comentario